El ex primer ministro de Kenia y líder de la oposición desde hace mucho tiempo, Raila Odinga, fue enterrado en el oeste del país después de un servicio al que asistieron miles de personas el domingo.
“Ahora Baba finalmente está en casa”, dijo su hijo, Raila Odinga hijo, junto al ataúd de su padre, envuelto en la bandera de Kenia.
El funeral concluyó días de conmemoraciones que en ocasiones condujeron al caos, con al menos cinco dolientes muriendo en otros eventos y decenas más heridos durante un acto público el sábado.
Odinga murió el miércoles a la edad de 80 años en un hospital indio.
Se convirtió en primer ministro después de las sangrientas y disputadas elecciones de 2007 y fue el principal líder de la oposición durante muchos años, perdiendo cinco campañas presidenciales, la más reciente hace tres años.
Mantiene una clientela devota en el oeste del país. El ex presidente estadounidense Barack Obama, cuya familia keniana proviene de la misma región, calificó a Odinga de “verdadero campeón de la democracia”.
Políticos, familiares y multitudes de seguidores de él ondearon banderas de Kenia y sostuvieron su fotografía mientras se reunían en la ceremonia conmemorativa, celebrada en una universidad de Bondo, el domingo.
“Incluso en la tumba, sigue siendo nuestro héroe”, dijo a la AFP un doliente.
El personal militar llevó el ataúd de Odinga al frente, donde un coro cantó y oradores como el presidente de Kenia, William Ruto, lo recordaron.
“Su coraje, visión y fe inquebrantable en nuestro destino colectivo iluminarán para siempre el camino de nuestra nación”, dijo Ruto en una publicación de Facebook sobre el evento.
“Su regreso a Bondo no fue sólo un regreso a casa; fue el abrazo de una República agradecida que se despide de uno de sus hijos más grandes, un patriota que dedicó su vida a la causa de la justicia, la democracia y la unidad duradera de nuestra querida Kenia”.
Odinga fue enterrado cerca, en la propiedad de su difunto padre, donde hay un mausoleo familiar.
Ya se habían celebrado varios actos conmemorativos, incluido un funeral de Estado en Nairobi el viernes y una visita pública en un estadio de su ciudad natal, Kisumu, el sábado.
En la proyección, decenas de miles de personas desfilaron frente a su ataúd abierto, muchos gritando “somos huérfanos”.
Al menos tres personas murieron cuando La policía abrió fuego para dispersar a los dolientes.y decenas más resultaron heridos en las caóticas escenas que siguieron.



