Mali ha suspendido escuelas y universidades en todo el país debido a una grave escasez de combustible provocada por un bloqueo a las importaciones de combustible impuesto por insurgentes islamistas.
El ministro de Educación, Amadou Sy Savane, anunció en la televisión nacional que todas las instituciones educativas permanecerían cerradas hasta el 9 de noviembre, afirmando que el movimiento del personal y de los estudiantes se había visto afectado por el bloqueo.
Dijo que las autoridades estaban “haciendo todo lo posible” para salir de la crisis y que las clases pudieran reanudarse el 10 de noviembre.
Durante semanas, Malí se ha visto afectado por una escasez de combustible, particularmente en la capital, Bamako, después de que militantes de un grupo afiliado a Al Qaeda impusieran un bloqueo atacando camiones cisterna en las principales carreteras.
Como Malí no tiene salida al mar, todos los suministros de combustible se transportan por carretera desde los estados vecinos como Senegal y Costa de Marfil.
En las últimas semanas se formaron largas colas en las gasolineras de Bamako y, según se informa, las calles de la ciudad, normalmente abarrotadas, ahora están tranquilas.
El gobierno militar aseguró a los residentes a principios de este mes que se trataba sólo de un problema temporal, pero que la crisis persiste.
La semana pasada, la Embajada de Estados Unidos en Bamako anunció que el personal diplomático no esencial y sus familias abandonarían Mali en medio de una creciente escasez de combustible y crecientes preocupaciones de seguridad.
Dijo que las interrupciones relacionadas con el combustible habían afectado el suministro de electricidad y tenían el “potencial de alterar la situación general de seguridad de manera impredecible”.
Actualmente, Malí está gobernado por una junta militar encabezada por el general Assimi Goïta, quien tomó el poder mediante un golpe de estado en 2021.
La junta contó con apoyo popular cuando asumió el poder y prometió resolver la larga crisis de seguridad causada por una rebelión separatista de los tuaregs en el norte del país, que luego fue secuestrada por militantes islamistas.
La misión de paz de la ONU y las fuerzas francesas fueron desplegadas en 2013 para hacer frente a la escalada de la insurgencia.
Ambos se marcharon desde que la junta tomó el poder y el gobierno militar contrató a mercenarios rusos para combatir la inseguridad.
Sin embargo, la insurgencia yihadista ha continuado y grandes zonas del norte y el este del país siguen fuera del control gubernamental.
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(Getty Images/BBC)
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