IParece de sentido común: si sales de una clase de fitness sintiéndote como si acabaras de montar en un canal de troncos, probablemente hayas trabajado más duro que si apenas lo hubieras notado. Pero ese no es siempre el caso, dice Adam Collins, investigador del Centro de Nutrición, Ejercicio y Metabolismo de la Universidad de Bath.
Según él, la sudoración forma parte del proceso de termorregulación. Cuando la temperatura de su cuerpo aumenta, le indica a su cerebro que sude para enfriarse. A medida que el sudor se evapora, ayuda a regular la temperatura central.
El ejercicio es una de las razones por las que aumenta la temperatura. “Cuando hacemos ejercicio, la energía que producimos para alimentar esa actividad genera calor como subproducto”, explica Collins. Cuanto más intenso es el entrenamiento, más calor se genera y, en general, más sudas. Pero los niveles de sudor pueden ser engañosos.
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“Hay muchos otros factores que influyen en la cantidad de sudoración”, añade. Estos incluyen la temperatura del ambiente, su ropa y la humedad. En condiciones de humedad, el sudor se evapora de manera menos eficiente, lo que hace que sudes más de lo habitual, ya sea que estés trabajando duro o no.
“Si hicieras una carrera ligera en un día caluroso y húmedo, probablemente sudarías mucho”, dice. “Pero en climas fríos, se podía correr a una intensidad mucho mayor y apenas sudar”.
La sudoración también varía de persona a persona. Su nivel de condición física, edad, sexo, altura e incluso la aclimatación al clima en el que opera juegan un papel importante.
Entonces no, la sudoración no es una medida confiable de la intensidad de tus esfuerzos. Mejores indicadores de esfuerzo incluyen la fuerza de su respiración, su esfuerzo percibido y su frecuencia cardíaca, que puede rastrear con un monitor con correa para el pecho o un reloj inteligente. Dicho esto, “la sudoración es un buen marcador de deshidratación”, dice Collins. Entonces, si sales de un entrenamiento empapado, necesitarás tomar una copa.



