Yanis Varoufakis sostiene que Amazon marca un cambio hacia el “tecnofeudalismo”, argumentando que su propiedad de infraestructura digital obliga a los capitalistas, gobiernos y usuarios a pagarle rentas económicas (How Amazon Transformed Our Free-Market Capitalist Era into an Era of Technofeudalism, 27 de noviembre). Esto se basa en una visión idealizada del capitalismo. El capitalismo temprano experimentó una dinámica similar: la Compañía de las Indias Orientales, respaldada por el Estado británico, controlaba las rutas comerciales, explotaba recursos y ejercía poder político, lo que le permitía cobrar precios superiores a los del mercado por productos como el té y las especias.
En El Capital, Karl Marx señaló que los terratenientes ingleses contribuyeron al establecimiento del capitalismo desposeyendo a los campesinos y mercantilizando la tierra. Obtuvieron rentas monopólicas a través de su control exclusivo sobre este recurso productivo: parte de la plusvalía creada originalmente por la mano de obra explotada y de la que se apropiaron primero los capitalistas industriales antes de ser transferida a los terratenientes.
Varoufakis contrasta esto con las corporaciones actuales, argumentando que extraen rentas en lugar de producir bienes. Pero estos alquileres siempre provienen del trabajo. Cada producto vendido en Amazon depende del trabajo humano, ya sea en fábricas, almacenes o redes de entrega.
Lejos de señalar el regreso del feudalismo, Amazon ilustra la evolución del capitalismo. Su poder no reside en escapar de la lógica capitalista, sino en intensificarla: las cadenas de suministro globales, la gestión algorítmica y la implacable reducción de costos están exprimiendo a la fuerza laboral más que nunca. La clase trabajadora global hoy es cientos de veces más grande que en la época de Marx, y su explotación apuntala las rentas descritas por Varoufakis. Presentar esto como “tecnofeudalismo” corre el riesgo de oscurecer el verdadero problema: no una ruptura con el capitalismo sino su creciente control sobre la producción, la distribución y la vida cotidiana.
Profesor Benjamín Selwyn
universidad de sussex



