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Reseña de ‘Christy’: Sydney Sweeney convencerá a sus detractores, no la película

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Si ves “Christy”, recordarás a Christy como persona, no a “Christy” la película. Esta película biográfica de Christy Martin, la otra hija famosa de un minero de carbón de Virginia Occidental, la primera boxeadora en aparecer en la portada de Sports Illustrated, es a la vez inspiradora y desgarradora cuando Sydney Sweeney, físicamente transformada y emocionalmente presente, sostiene la pantalla como Martin. Pero por lo demás, bajo la dirección de David Michôd, se trata de otro producto prensado mecánicamente que bien podría haber nacido gracias a un chatbot.

Es una pena porque al principio, cuando Christy, marimacho, atlética y semiabiertamente gay, es sólo una estudiante de secundaria acosada que intenta sentirse bien consigo misma, podemos detectar una gran atención, particularmente en el guión de Mirrah Foulkes y Michôd, a lo que no se dice en este tipo de historias: la violencia y el brío que pueden caracterizar el talento del boxeo y la presión para conformarse en un deporte dominado por los hombres. En este caso, provoca que Christy niegue parte de su identidad.

Es una tensión muy específica la que ha hecho que las películas sobre boxeadoras del siglo XXI -desde “Girlfight” y “Million Dollar Baby” hasta “The Fire Inside” del año pasado- sean mucho más interesantes como estudios de caso de empoderamiento que aquellas centradas en los hombres, que todavía parecen arraigadas en la creación de mitos convencionales. (Todavía vivimos en el universo de Rocky Balboa).

Como Sweeney transmite memorablemente con polla, sudor y tenacidad, la joven Christy es una competidora natural cuyos puños le permiten evadir los ojos críticos de la vida de un pueblo pequeño, en particular los de su madre (una Merritt Wever efectivamente fría). Ella pelea como si hubiera sido atacada, pero puede hacer que la victoria en el ring parezca ardiente y una conclusión inevitable.

Esa energía y compromiso de hacer del boxeo una carrera se modifica de manera oportunista (un kit rosa feminizante) cuando entra en contacto con el entrenador Jim Martin, interpretado por un Ben Foster con ojos inquietantemente muertos como el demonio al acecho que resulta ser. El Jim de Foster, creíblemente perturbado y turbio pero un poco engreído, no es el primer problema de la película. Esa sería la dependencia de Michôd de editar cada giro dramático significativo, aplicando música para mantener la línea de tiempo en movimiento.

Pero la interpretación del famoso camaleón Foster constituye el dilema más curioso de la película, porque no nos permite ver por qué Christy confiaría su futuro a su juicio y mucho menos se casaría con él. Es como si “Christy”, mirando hacia atrás a través de una lente sangrienta pero inflexible, tuviera miedo de presentar a Jim Martin como algo más que un tortuoso y sordo, cuando eso socava el trabajo más delicado de Sweeney de convencernos de por qué se quedaría con él durante décadas.

Sweeney lo logra de todos modos porque, a pesar de lo que puedas haber supuesto, es una actriz sólida del momento, especialmente con sus ojos. Sin embargo, la falta de matices de la película sobre cómo se desarrollan las relaciones tóxicas hace que este dúo central tenga un desequilibrio sorprendente. Todo el mundo cae invariablemente en dos bandos: indefectiblemente solidario (un padre sensible interpretado por Ethan Embry; Katy O’Brian como una vieja rival) o, cada vez que reaparece Wever, increíblemente insensible. Chad L. Coleman es mucho más estimulante como una combinación de poderosa persuasión y dominación en sus pocas escenas como Don King.

El problema central con “Christy” -que debe ser a la vez edificante sobre el éxito de su tema estrella y complejo sobre su viaje de sexualidad y trauma- es que clama por un tratamiento más duro que el ingenioso melodrama que nos han dado. Son todo momentos destacados y bajos, rara vez interesados ​​en las cosas intermedias que hacen que ver cada round de una pelea sea tan necesario para apreciar lo que significa sobrevivir en la lona.

‘Cristo’

Nota : R, por lenguaje, violencia/imágenes sangrientas, algo de uso de drogas y material sexual.

Tiempo de funcionamiento: 2 horas y 15 minutos

Jugando: Emitido el viernes 7 de noviembre.

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Ulises Tapia
Ulises Tapia es corresponsal internacional y analista global con más de 15 años de experiencia cubriendo noticias y eventos de relevancia mundial. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Madrid, Ulises ha trabajado desde múltiples capitales del mundo, incluyendo Nueva York, París y Bruselas, ofreciendo cobertura de política internacional, economía global, conflictos y relaciones diplomáticas. Su trabajo combina la investigación rigurosa con análisis profundo, lo que le permite aportar contexto y claridad sobre situaciones complejas a sus lectores. Ha colaborado con medios de comunicación líderes en España y Latinoamérica, produciendo reportajes, entrevistas exclusivas y artículos de opinión que reflejan una perspectiva profesional y objetiva sobre los acontecimientos internacionales. Ulises también participa en conferencias, seminarios y paneles especializados en geopolítica y relaciones internacionales, compartiendo su experiencia con jóvenes corresponsales y estudiantes de periodismo. Su compromiso con la veracidad y la transparencia le ha convertido en una referencia confiable para lectores y colegas dentro del ámbito del periodismo internacional. Teléfono: +34 678 234 910 Correo: ulisestapia@sisepuede.es