Mood Machine: el auge de Spotify y los costes de la lista de reproducción perfecta
Liz Pelly (Hodder y Stoughton)
Exasperante, completamente deprimente, pero completamente necesaria, Mood Music ofrece una eliminación forense oportuna de Spotify. Según Pelly, el gigante del streaming de música ve la música como una especie de fondo de pantalla sonoro anodino, a los artistas como una carga innecesaria para ganar más dinero, y su mercado objetivo no son los fanáticos de la música, sino drones sin sentido a quienes realmente no les importa lo que escuchan, listos para ser manipulados por su algoritmo. Abundan las duras prácticas comerciales y la evidencia de sus efectos nocivos sobre la calidad y variedad de la nueva música: la peor parte es que Pelly no logra ofrecer realmente una alternativa viable en un mundo donde la conveniencia triunfa sobre todo.
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Hombres de cierta edad: mis encuentros con la realeza del rock
Kate Mossman (Bonnie)
No hay duda de que Hombres de cierta edad es difícil de vender, un libro semiautobiográfico en el que la editora de arte del New Statesman rastrea su obsesión con artistas masculinos envejecidos y a menudo muy pasados de moda (Roger Taylor de Queen, Bruce Hornsby, Steve Perry de Journey, Jon Bon Jovi, entre ellos) a través de una serie de entrevistas que son diversamente absurdas, perspicaces, espeluznantes y extrañamente conmovedoras. Pero se ha elevado a la categoría de visita obligada gracias a los escritos de Mossman, que son tan brillantes, ingeniosos y astutos que sus sentimientos personales sobre sus sujetos se vuelven irrelevantes en medio del cóctel de autoconciencia, afecto y análisis agudo que aporta a cada encuentro. En un mundo de libros de música que cuentan leyendas cansadas, Hombres de cierta edad ofrece algo raro: una visión completamente original de la historia del rock.
Sólo Dios puede juzgarme: Las muchas vidas de Tupac Shakur
Jeff Pearlman (HarperCollins)
Algunos relatos póstumos de la vida del rapero Tupac Shakur tienden hacia lo hagiográfico: más conocido como periodista deportivo que musical, Jeff Pearlman ha escrito una biografía incisiva que revela a alguien infinitamente más complicado y contradictorio que el “matón” que solía retratarse o la figura santa en el documental de 2003 Tupac: Resurrección. Esto sugiere que la personalidad que proyectaba fue construida cuidadosamente: el joven Shakur era en realidad un estudiante de ballet sensible y geek, a pesar de provenir de un entorno muy turbulento. Pero sus aspiraciones de una carrera en el hip-hop coincidieron con el dominio del gangsta rap, y modificó su enfoque en consecuencia: la saga de la máscara que devora gradualmente el rostro crea una lectura oscura y convincente.
Los diarios del trémolo
Justin Currie (Simón y Schuster)
The Tremolo Diaries comienza con el líder Del Amitri en un lugar oscuro: diagnosticado con la enfermedad de Parkinson, su pareja en un asilo de ancianos después de un derrame cerebral, su banda al final del cartel mientras estaba de gira por los Estados Unidos, un país que una vez parecieron a punto de separarse, junto a un artista cuya música odia. Lo que sigue es una exploración extraordinariamente franca de la enfermedad, la depresión y la vida de una banda cuyos miembros saben que, por mucho que luchen, su pico comercial ya pasó. Currie es una compañía perspicaz, divertida, temperamental y ganadora, poco dispuesta a dar golpes o injertar una narrativa de felices para siempre en su historia; no es necesario conocer una nota de su música para encontrar The Tremolo Diaries muy gratificante.
Amor y furia: la extraordinaria vida, muerte y legado de Joe Meek
Darryl Bullock (General)
Darryl Bullock murió a finales del año pasado: el libro que acababa de terminar destaca lo cronista autorizado que fue sobre la historia del pop LGBTQ+. Su biografía del innovador productor Joe Meek lo devuelve al territorio de la fascinante The Velvet Mafia: The Gay Men Who Ran the Swinging Sixties de 2021, en la que Meek jugó un papel importante. La trágica figura detrás del éxito transatlántico de los Tornados, Telstar, merece una mayor exploración, no sólo porque era un genio sonoro, sino también porque era profundamente singular: abiertamente gay, mentalmente inestable, mezclado con los Krays, obsesionado con lo oculto y lo extraterrestre. Love and Fury demuestra que una investigación exhaustiva no excluye el drama de pasar página.



