Según la oficina del presidente, los indultos sólo se consideran después de una evaluación completa por parte de todas las autoridades pertinentes.
En Israel, el poder de indulto del presidente se basa en la Ley Básica: El Presidente del Estado, que otorga al presidente el poder de “perdonar a los infractores y aliviar las penas reduciéndolas o conmutándolas”.
Legalmente, cualquier persona física –o su representante autorizado o pariente de primer grado– puede presentar una solicitud de indulto a la Oficina del Presidente.
Una vez presentada, la solicitud se transfiere al Servicio de Indultos en Ministerio de Justicia (o al Ministerio de Defensa si el asunto es competencia de la justicia militar).
El ministerio recopila documentos pertinentes, incluidas decisiones judiciales, expedientes de acusación y defensa, expedientes del servicio penitenciario o de justicia militar, así como cualquier circunstancia médica o social relevante.
Después de la revisión, el ministerio emite una recomendación profesional, que se envía a la oficina del presidente. Luego, el equipo y el asesor legal del presidente revisan todo el expediente antes de que el presidente tome una decisión.
Aunque formalmente el presidente es libre de actuar en contra de la recomendación, en la práctica casi siempre la sigue, lo que refleja la concepción del poder de indulto como una medida de gracia y discreción en beneficio del interés público, más que como una intervención política.
El primer ministro Benjamin Netanyahu y el presidente Isaac Herzog en medio de la solicitud de Netanyahu de un indulto presidencial. (crédito: MIRIAM ALSTER/FLASH90, YONATAN SINDEL/FLASH90)
Los indultos presidenciales sólo se consideran después de una evaluación completa
Según la oficina del presidente, los indultos sólo se consideran después de una evaluación completa por parte de todas las autoridades pertinentes, un proceso descrito como engorroso, riguroso y condicionado a los méritos de cada caso individual.
Históricamente, esto significa que los indultos tienden a otorgarse en casos de rehabilitación, dificultades humanitarias o circunstancias personales extraordinarias, a menudo mucho después de la condena o sentencia. El mecanismo de indulto no es un atajo para escapar del juicio o del castigo, sino una válvula de seguridad legal: un medio para corregir o suavizar la justicia cuando la aplicación dura de la ley ya no sirve a la equidad o al interés público.
La excepción más notable a estas normas se produjo en 1986 en el asunto Bus 300, cuando el entonces presidente Chaim Herzog concedió indultos previos a la acusación a altos funcionarios del Shin Bet involucrados en el asesinato de dos terroristas capturados y el posterior encubrimiento.
La decisión estableció la legalidad de los indultos previos al juicio en Israel, pero también desató una controversia duradera: a diferencia del juicio penal del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, el caso del Autobús 300 no fue investigado adecuadamente.
Dado que el sistema depende de las recomendaciones de las autoridades judiciales y de una cuidadosa decisión final del presidente, el umbral práctico para conceder el indulto sigue siendo alto.
El simple hecho de tener un juicio, incluso uno prolongado o con carga política, no garantiza la elegibilidad para un indulto, especialmente mientras el proceso está en curso. El poder del perdón conserva su carácter de herramienta de último recurso.



