El Senado italiano aprobó el jueves el controvertido plan de la primera ministra Giorgia Meloni para reformar el sistema judicial, eliminando el último obstáculo parlamentario para una enmienda constitucional.
Pero es la opinión pública la que tendrá la última palabra, y la reforma se someterá a referéndum el próximo año.
El Senado votó por 112 votos a favor, 59 en contra y nueve abstenciones. La coalición tripartita de Meloni, en el poder desde octubre de 2022, tiene mayoría en la cámara.
Esta reforma es un proyecto emblemático del gobierno de Meloni. Los partidos de derecha han acusado durante mucho tiempo a gran parte del sistema de justicia italiano de parcialidad política a favor de la izquierda, una afirmación de la que Meloni se ha hecho eco en los últimos años.
El proyecto de ley separa estrictamente las carreras de jueces y fiscales, lo que significa que ya no pueden alternar funciones.
La legislación también introduce nuevos órganos autónomos para jueces y fiscales, con participación parlamentaria en su nombramiento. Los críticos advierten que esto podría dar a los políticos una influencia indirecta sobre las decisiones sobre el personal judicial.
Los partidarios dicen que la reforma es necesaria para reequilibrar el poder entre la política y el poder judicial, mientras que los opositores –incluidas importantes asociaciones jurídicas y partidos de oposición– argumentan que amenaza la independencia judicial.



