El presidente sirio en funciones, Ahmed al-Sharaa, celebró sus primeras conversaciones con el presidente Vladimir Putin en Moscú desde el derrocamiento del aliado de Rusia, Bashar al-Assad, hace diez meses.
Putin habló de la “relación especial” entre los dos países.
Sharaa sugirió que continuaría permitiendo a Rusia el acceso a sus bases militares en Siria.
También se esperaba que solicitara la extradición de Assad, a quien se le concedió asilo tras huir a Moscú.
Durante años fueron enemigos, en bandos opuestos en una sangrienta guerra civil.
Putin utilizó una fuerza militar brutal para apoyar a Bashar al-Assad. Y el grupo islamista armado de Sharaa encabezó la ofensiva rebelde que finalmente expulsó a Assad del poder.
Pero el miércoles, los líderes ruso y sirio se sentaron juntos por primera vez, anteponiendo el pragmatismo a la enemistad pasada.
“Durante las últimas décadas, nuestros países han construido una relación especial”, dijo Putin.
Añadió que había “una serie de compromisos interesantes y útiles” en la agenda de sus negociaciones y que Rusia estaba dispuesta a “hacer todo lo posible para lograrlos”.
Sharaa dijo que quería que Siria restableciera las relaciones con todos los países, pero “principalmente con Rusia”.
“Estamos tratando de restaurar y redefinir de una nueva manera la naturaleza de estas relaciones para que exista la independencia de Siria, una Siria soberana, y su unidad e integridad territorial y su estabilidad de seguridad”.
Son cálidas palabras de dos hombres que buscan una buena relación laboral.
Rusia quiere seguir teniendo acceso a su puerto naval de Tartus y a su base aérea militar en Hmeimim, en la costa mediterránea de Siria.
Sharaa sugirió que lo permitiría, diciendo que Siria “respetaría todos los acuerdos alcanzados a lo largo de la gran historia” de sus relaciones bilaterales.
A su vez, quiere ayuda para consolidar su poder en Siria, asegurar sus fronteras y salvar una economía precaria con acceso a la energía y la inversión rusas.
Los ministros rusos dijeron que estaban listos para entregar alimentos y medicinas a Siria y ayudar a reparar la infraestructura eléctrica y de transporte dañada.
Pero en medio de las sonrisas, persisten las tensiones.
Fuentes sirias dijeron que Sharaa buscaría la extradición de Assad para que el líder exiliado pudiera ser juzgado por crímenes de guerra. Parece poco probable que Rusia esté de acuerdo.
El lunes, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, dijo a los periodistas que Rusia había concedido asilo a Assad porque él y su familia “enfrentaban el riesgo de eliminación física”.