Una empresa energética francesa se enfrenta a acusaciones de crímenes de guerra, que ella niega, tras una masacre cerca de su proyecto internacional de gas multimillonario en el norte de Mozambique en 2021.
En una denuncia presentada ante los fiscales franceses, un grupo de derechos humanos acusó a TotalEnergies de complicidad en crímenes de guerra, incluida la tortura y ejecución de decenas de civiles retenidos por las fuerzas de seguridad locales en un grupo de contenedores de envío en sus instalaciones.
Total ha negado sistemáticamente su responsabilidad por las acciones de las tropas gubernamentales y las fuerzas de seguridad involucradas en el seguimiento del desarrollo de la refinería de gas de la península de Afungi.
Era el proyecto de inversión extranjera más grande en África en ese momento.
La denuncia fue presentada por el Centro Europeo de Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR), un grupo de derechos humanos.
“Las corporaciones y sus líderes no son actores neutrales cuando operan en zonas de conflicto. Si facilitan o alimentan crímenes, podrían ser cómplices y deberían rendir cuentas”, dijo Clara Gonzales, codirectora del Programa de Empresas y Derechos Humanos del ECCHR.
La masacre perpetrada por las fuerzas mozambiqueñas tuvo lugar en la provincia de Cabo Delgado, rica en recursos, donde las tropas gubernamentales luchaban contra violentos militantes islamistas, vinculados al grupo Estado Islámico, conocidos por decapitar a sus víctimas.
En marzo de 2021, Los islamistas atacan la ciudad sitiada de Palmadonde mataron o secuestraron a 1.563 civiles que vivían junto a la planta de gas de TotalEnergies en la aislada península de Afungi, en el norte de Mozambique, según Alex Perry.
El periodista de investigación documentó primero el número de muertos en Palma, luego el Masacre de represalia a la entrada del complejo Totalpara Politico en 2024.
Perry lo llamó “el desastre más sangriento en la historia del petróleo y el gas”.
Los residentes que solicitaron ayuda a las fuerzas de seguridad en las instalaciones de Total fueron acusados de ayudar a los insurgentes. Los hombres fueron separados por la fuerza del grupo y retenidos en contenedores de transporte. No está claro el número exacto de civiles asesinados posteriormente por las fuerzas mozambiqueñas que proporcionaban seguridad a Total. Perry identificó 97 víctimas, pero estima que la cifra real podría ser el doble.
“La mayoría de la gente nunca ha oído hablar de esto, en parte porque Total no ha admitido nada. Hoy es una victoria para la verdad y la responsabilidad”, dijo Perry a la BBC.
La BBC se ha puesto en contacto con TotalEnergies para solicitar comentarios.
Inicialmente, el gobierno británico ofreció garantías financieras a las empresas británicas que desearan participar en lo que se consideró una oportunidad sin precedentes para el desarrollo económico de Mozambique.
Pero después de suspender su apoyo tras el derramamiento de sangre en Palma, los activistas ambientalistas instan ahora a Gran Bretaña a retirarse, quienes dicen que la gravedad de las acusaciones contra Total debe constituir una “línea roja” para los partidarios de su proyecto de gas natural licuado (GNL) en Mozambique.
Total sigue “demostrando que no ha aprendido nada del pasado: acaba de anunciar el levantamiento de la fuerza mayor en su proyecto de gas, a pesar de la dramática situación humanitaria y de seguridad”, declaró Lorette Philippot de Amigos de la Tierra Francia.
Los gobiernos británico y holandés deben “negarse a renovar su apoyo financiero y retirarse del GNL de Mozambique”, añadió, al igual que los bancos franceses Société Générale y Crédit Agricole.
Los partidarios de la determinación de TotalEnergies de llevar a cabo el enorme proyecto de Cabo Delgado dicen que es una inversión audaz que podría traer enormes beneficios a una región desatendida de África.
Pero los críticos dicen que es un desastre ambiental, ético y financiero. Establecen vínculos entre las acciones y luchas de Total y las de otro gigante francés, Lafarge, que fue juzgado este mes en Francia, junto con ocho ex empleados, por acusaciones de que pagó a grupos yihadistas en Siria para operar una fábrica de cemento allí.



