IA principios de este año, mientras el vicepresidente estadounidense JD Vance reprimenda Los líderes europeos en Munich y Volodymyr Zelenskyy fue víctima de un ataque televisado en la Casa Blanca, quedó claro que los lazos de solidaridad entre la Unión Europea y Ucrania deben fortalecerse para enfrentar una nueva realidad geopolítica. A medida que 2025 llega a su fin, ha llegado el momento de hacer cuentas.
Según la UE estimacionesUcrania necesitará más de 70 mil millones de euros en ayuda financiera adicional el próximo año para continuar su defensa contra Vladimir Putin. Este dinero no vendrá de Washington, donde Donald Trump ha denegado buscar nuevos fondos para ayuda militar del Congreso. Sin embargo, la capacidad de Kiev para negociar una paz aceptable depende de su capacidad para resistir la implacable guerra de desgaste de Putin, cuyo objetivo es drenar a Ucrania de los recursos necesarios para resistir y debilitar la determinación de sus aliados europeos.
El Fondo Monetario Internacional, que actualmente está negociando con Kiev sobre nuevos préstamos por un valor estimado de 8.000 millones de dólares, ha prevenido que sus propias decisiones dependerán de lo que la UE decida proponer. La amenaza de una desastrosa crisis de flujo de efectivo para la primavera, que podría llevar a un agotamiento de los fondos para la infraestructura social básica, así como para el ejército, es real. El riesgo de un daño potencialmente catastrófico a la moral y al poder de negociación de Ucrania es claro. Pero hasta ahora, la urgencia de la situación no ha ido acompañada de una reacción rápida en Bruselas.
Después de meses de debate –y discusiones en la cumbre del Consejo Europeo de octubre– la idea de un “préstamo de reparación” de 140.000 millones de euros a Ucrania, garantizado por activos rusos congelados, todavía no ha sido aceptada. Si las reservas legales belgas (el dinero se mantiene en una institución financiera con sede en Bélgica) no pueden superarse, una posible alternativa sería que los estados miembros de la UE aumentaran ellos mismos la liquidez mediante la emisión de deuda conjunta. Esto sería impopular entre los llamados países frugales del norte de Europa. Pero al igual que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subraya esta semana, “las soluciones perfectas o simples… no existen”.
Esta postergación debe haber terminado cuando los líderes europeos se reúnan en diciembre para la última reunión del Consejo del año. El sabotaje de la red ferroviaria polaca, atribuido por Varsovia a ciudadanos ucranianos que trabajan para la inteligencia rusa, ha vuelto a generar temores sobre hasta qué punto Moscú está dispuesto a recurrir a la guerra híbrida en los países de la OTAN para avanzar en sus objetivos. Invertir en la protección de Ucrania también significa invertir en la seguridad futura de Europa, mientras Putin busca una división que le permita arrojar una sombra larga y amenazadora sobre el flanco oriental de la UE.
Esta semana, Zelensky estuvo una vez más de gira por las capitales europeas, buscando reforzar las defensas de Ucrania a medida que se acerca un cuarto invierno de guerra. Su tarea de cabildeo se ha visto complicada por un nuevo escándalo de corrupción que involucra sobornos al organismo de energía nuclear de Ucrania. Mientras Kyiv intenta hacer avanzar las negociaciones de adhesión a la UE, esto supone un duro golpe. Pero un año que comenzó con un giro sombrío de los acontecimientos en Washington para el presidente ucraniano debe terminar con buenas noticias desde Bruselas. Putin cree que es capaz, si es necesario, de sobrevivir a Ucrania y a la UE para lograr sus objetivos revanchistas. Debe estar desilusionado con esta idea.
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