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Unámonos para hacer que Estados Unidos prospere y ayudemos a lograr la paz.

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Durante décadas, las preocupaciones por la seguridad han determinado casi exclusivamente las relaciones entre Irak y Estados Unidos.

Las largas guerras, la lucha contra el terrorismo y los grandes sacrificios de ambos bandos han dejado profundas huellas.

Sin embargo, el Iraq de hoy ya no es el país que era hace 20 años.

Nuestras fuerzas armadas son más fuertes, nuestras instituciones más maduras y, a través de la cooperación con Estados Unidos y la coalición internacional, somos cada vez más capaces de defender nuestra soberanía.

La reducción gradual de las tropas de la coalición no es una retirada sino un reflejo de la creciente confianza y voluntad de Irak de asumir sus responsabilidades.

Esta transición marca el comienzo de una nueva era, centrada en la prosperidad y no en la mera supervivencia.

Irak ahora busca una asociación basada en las oportunidades económicas: necesitamos inversión, empleos y acceso a los mercados, mientras que Estados Unidos aporta experiencia de vanguardia en tecnología, energía y agricultura, así como una capacidad de inversión incomparable.

Al combinar la riqueza natural de Irak con la innovación estadounidense, ambas naciones se beneficiarán.

Los acuerdos recientes con empresas como Chevron y General Electric no son sólo contratos en papel; representan empleos reales, infraestructuras más sólidas y un Oriente Medio más estable.

Irak es una nación joven: el 40% de nuestros ciudadanos tienen menos de 15 años.

Esta realidad demográfica puede ser un poderoso motor de crecimiento o un caldo de cultivo para la desesperación.

Si brindamos educación y empleo, nuestra juventud hará avanzar a Irak; si fracasamos, corremos el riesgo de exponerlos al extremismo.

Por eso Irak no busca ayuda sino inversiones: asociaciones que generen oportunidades duraderas.

La seguridad en Irak ya no depende de despliegues permanentes en el extranjero, sino que deriva del empleo, la justicia y la soberanía. El extremismo prospera donde los jóvenes carecen de esperanza.

Para hacer frente a esto, Irak está asegurando sus fronteras, cortando la financiación del terrorismo y garantizando que las armas sigan bajo la autoridad del Estado.

Estas medidas no sólo protegen a los iraquíes, sino que también fortalecen el papel de Irak como socio confiable en la seguridad global.

También hemos elegido servir de puente para el diálogo en lugar de campo de batalla para el conflicto.

Irak está colaborando con sus vecinos para aliviar las tensiones y prevenir crisis regionales que podrían atraer nuevamente a potencias extranjeras.

Esto refleja nuestra visión de la soberanía: Irak como estabilizador, unificador y contribuyente a la paz.

En este esfuerzo, Estados Unidos sigue siendo un socio fundamental, a través de la diplomacia y su continuo apoyo a la estabilidad de Irak.

Irak ha elegido el camino de la integración y el diálogo constructivo basado en intereses justos y mutuos, en busca de estabilidad y prosperidad compartida.

Nuestras relaciones con Estados Unidos se basan en el respeto mutuo y el principio de no injerencia en los asuntos internos.

Guiado por estos valores, el Iraq aplica una política de compromiso constructivo con sus vecinos regionales y con la comunidad internacional.

Irak es un Estado plenamente soberano, independiente en su toma de decisiones y guiado únicamente por sus intereses nacionales. Mantenemos relaciones equilibradas y legales con todas las naciones.

Aunque algunas facciones iraquíes mantienen vínculos ideológicos con Irán, nos hemos asegurado de que sus actividades permanezcan estrictamente dentro de los límites de la autoridad estatal.

Externamente, buscamos asociaciones; Internamente buscamos la reconciliación.

Estamos trabajando para resolver problemas con la región del Kurdistán y generar confianza entre las diversas comunidades de Irak mediante la promoción de una identidad nacional común, ya que una base nacional estable es el requisito previo para asociaciones internacionales exitosas.

La medida de las relaciones entre Estados Unidos e Irak ya no debe basarse en el número de tropas estadounidenses en nuestro suelo, sino en proyectos conjuntos, comercio y oportunidades creadas para ambos pueblos.

Una relación que alguna vez estuvo definida por la guerra ahora debe ser redefinida por la prosperidad.

Buscamos cooperación, no conflicto.

Preferimos que nuestro acero se utilice para producir bienes, no armas.

Si Estados Unidos acepta a Irak como socio comercial y de inversiones, dará a nuestros vecinos una prueba tangible de que la paz es una mejor alternativa que la guerra.

Lo que Irak imagina es una asociación justa, equilibrada y mutuamente beneficiosa: una en la que Irak asuma plena responsabilidad por su seguridad mientras Estados Unidos participa como inversionista, socio económico y aliado.

Este no es un llamado a la caridad, ni un llamado a una presencia militar permanente.

Es una invitación a construir una relación beneficiosa para todos que transforme las lecciones del pasado en las bases de un futuro mejor.

Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un líder en innovación y oportunidades. El Iraq está dispuesto a igualar este liderazgo con sus recursos, su juventud y su determinación.

Juntos podemos redefinir la relación entre Estados Unidos e Irak, no como un capítulo más de un conflicto sin fin, sino como una historia de prosperidad construida lado a lado.

Mohammed Shia al-Sudani es el Primer Ministro de Irak.

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