Tiene la boca más grande de cualquier animal y utiliza su cabeza curva, del tamaño de un camión, para atravesar el hielo del Ártico y salir a la superficie desde las profundidades.
Y aunque nadar en aguas gélidas y romperse cráneos primero en casquetes polares puede no parecer la mejor manera de garantizar la longevidad, esas turbulencias escalofriantes no son un obstáculo para la ballena de Groenlandia.
Al igual que las ballenas jorobadas, las ballenas de Groenlandia son conocidas por sus llamados musicales y, a veces, se las llama las intérpretes de jazz del océano por sus intrincados arreglos de gritos y bramidos.
Los antiguos cantantes boreales de hoy probablemente cantaban las mismas canciones durante la Guerra Civil estadounidense, las revoluciones europeas de 1848 o incluso el Congreso de Viena tras la derrota de Napoleón.
Con una esperanza de vida de más de 200 años, la ballena de Groenlandia, de 20 metros de largo y con un peso de entre 80 y 90 toneladas, vive más que cualquier otro mamífero y parece casi inmune al cáncer.
Según un equipo de investigadores dirigido por Denis Firsanov y Max Zacher de la Universidad de Rochester, la ballena gigante de Groenlandia, a veces llamada ballena franca de Groenlandia y el segundo animal más grande después de la ballena azul, tiene en sus células una proteína activada por frío llamada CIRBP que protege su ADN de mutaciones peligrosas.
A diferencia de otros animales, esta proteína “repara fielmente” las células, una hazaña que podría contribuir a la “longevidad excepcional y la baja incidencia de cáncer” de la ballena de Groenlandia, según el equipo cuyo trabajo se publicó en la revista científica Nature en octubre.
Y aunque los investigadores admitieron que aún no se ha determinado el mecanismo exacto por el cual se produce la reparación, sus resultados refutan la afirmación de que “la reparación del ADN sería difícil, si no imposible”.
“La ballena de Groenlandia proporciona evidencia de que esta noción es incorrecta”, dijeron los científicos, sugiriendo que las terapias basadas en la replicación de los procesos observados en la ballena “podrían algún día tratar la inestabilidad del genoma”.
“Esto podría ser particularmente importante para los pacientes con una mayor predisposición genética al cáncer o, más generalmente, para las poblaciones que envejecen y tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer”, dijeron.



